domingo, 1 de junio de 2008

2014 d. C.

Hoy he ido a comprar el pan a una panadería nueva que han abierto en mi barrio. He saludado al tendero, un chaval que me sonrió al entrar, buenos días le dije, pero no me ha contestado. Pensaba que era un poco tímido, pero bueno, cada uno es cada uno y lleva su negocio como quiere o puede. Así que le he pedido una barra de pan y dos yogures de fresa. El chaval se ha quedado mirándome, inmóvil, como si no me entendiera. Y efectivamente no me entendía. A pesar de ser del mismo país que yo no nos podíamos comunicar. El motivo era sencillo.
Yo trabajaba en Madrid pero me trasladaron a la costa. Antes allí se hablaban dos idiomas, el que yo hablaba, común a todos, y otro de la zona, con naturalidad y de manera indistinta. Había una gran riqueza cultural, imagina todo multiplicado por dos. Pero de forma artificial los poderes locales optaron por potenciar el idioma exclusivo de la zona, dejando a un lado el idioma que nos era común a todos y que nos servía para entendernos. Con el paso de los años las nuevas generaciones dejaron de aprender ese idioma común en el colegio, restringido al uso en casa. Y el ciclo empezó. No sé hablar un idioma, cómo te lo voy a enseñar en casa. Así poco a poco el idioma común fue desapareciendo y, aunque yo me esforzaba por aprender la lengua local, no tenía la fluidez para hablar con mis vecinos más jóvenes, con los policías, con el panadero... Así poco a poco, despacio, hasta que un día me llegó una carta del gobierno regional indicándome un plazo para presentarme en la ventanilla 2 con el fin de regularizar mi situación allí. Si no hablaban lo mismo que yo no podían ser del mismo país que yo. Y entonces entendí ese afán lingüístico que yo creía estrictamente cultural pero que resultó ser político, pero ya no había marcha atrás.
Le señalé al panadero con el dedo el pan y los yogures, le pagué y me fui a comprar el único periódico que entendía que se vendía en mi barrio, al lado del New York Times y Le Monde. En ese momento me di cuenta de lo necios que somos, de lo poco que aprendemos de experiencias pasadas, del afán de restar que tenemos, de la esencia humana al fin y al cabo.

8 comentarios:

Todo a Cien dijo...

gracias a que en este mundo existe la comunicacion no verbal y esa sí que es un lenguaje universal con el que no pueden ni poderes políticos ni otras memeces que se inventen para desviar la atención de los verdaderos problemas de ese país. pues eso, que ETA suma muertes nosotros restamos.

Pequeña Desorden dijo...

que ignorancia, que ignorancia tan grande negar a un hijo la posibilidad de ser bilingüe con todas las ventajas que a nivel de desarrollo cognitivo y cultural supone.Cerrar puertas para limitar cerebros. Encerrarte en tu propia lengua y construir tú mismo, con tus palabras los muros de tu prisión.

Elric dijo...

No entiendo a la gente que pone barreras y limitaciones a la maravilla de la cultura. Escapa a mi razón.

Anónimo dijo...

Gran texto, muy inspirado.

Un saludo a todos. Y a ti especialmente, claro.

Ceteris Paribus dijo...

Me dejas pensando taaantas cosas...
Gracias por este post!!!

Toy folloso dijo...

Gracias por comentar en mi blog; así he sabido de la existencia del tuyo, en el que acabo de pasar casi una hora ojeándolo.
Pocas pistas das acerca de tu ubicación actual; pero deduzco no muy lejana a la mía, por la foto del nombre de una calle que he visto mas abajo.
Y no puedo estar de acuerdo contigo, el idioma co-oficial no solo no ha desaparecido, sino que ha aumentado su uso en algunos sectores, especialmente en los que se pretendió sustituirlo con demasiada vehemencia.
Mas, hay que luchar por la pervivencia de los idiomas. Si no se hubiera obligado a rotular en la lengua propia, veríamos muchos "aparcaments", no castellanizados, sino reconvertidos en "parkings", así que cuando veas las barbas de tu vecino.....
Algo más de mi opinión.
Y nada, nos leemos.

Twat Boy dijo...

Soy partidario de conservar cualquier idioma en el mundo, por minoritario que sea. Un idioma es la expresión de cultura de un pueblo y eso hay que luchar por no perderlo. Es más, me afano en saber chapurrear inglés para poder comunicarme con los demás, tengo un minilibro de alemán de supervivencia para cuando vaya a Berlín este verano, me esforzaba en aprender cuatro palabras en gallego cuando estuve allí por cortesía con los gallegos... para poder entenderme con la gente, en definitiva. Pero que el idioma sea usado como arma arrojadiza para Dios sabe qué es lo que me entristece, que se merme la riqueza cultural porque sí, es algo que no entiendo, ni comparto.
Por otra parte yo sigo en Madrid, esto es ciencia ficción que no descarto que ocurra en un futuro en nuestro propio país.
Un saludo a todos!!!!

marisa dijo...

me encantaria hablar todas las lenguas del mundo..pero soy una patata con eso de los idiomas..chapurreo muchos, eso sí..para el resto..el dedito..como tu