viernes, 11 de febrero de 2011

وداعا.

Según un traductor en internet significa adiós. Adiós a Hosni Mubarak, el dictador que durante casi 30 años ha mantenido a Egipto bajo su manto con la aquiescencia de Occidente, eso sí. Un gran aliado que servía de contrapeso a países islámicos más radicales de la zona, un aliado de Israel. Un gran contribuyente a la estabilidad geopolítica de Oriente Medio, inestable desde que tengo uso de razón. Pero el pueblo egipcio dijo basta. Basta de vivir en condiciones infrahumanas. Basta de que el turismo les revierta en unos euros a modo de limosna. Basta de vivir en el mismo sitio donde estarán cuando mueran. Basta de la vergüenza de la Ciudad de los Muertos. Y lo han hecho pacíficamente, con tesón, sin bajar la guardia, en la Plaza de la Liberación de El Cairo. Y lo han conseguido. Una vez que hay 300 muertos provocados por leales a Mubarak, la protesta no puede parar. Espoleados por el vecino tunecino, que también lo hizo, Egipto ya es el segundo país árabe en sacudirse a un dictador de encima. Me alegro sinceramente por ellos. Y admiro su forma de hacerlo, todos juntos sin ideologías ni credos, unidos luchando por la libertad. Enhorabuena, de verdad. Tiempo de festejos, descanso merecido para acometer la gran aventura que supone ser libre. Y es que al final Occidente debería apostar siempre por apoyar la democracia y los derechos humano en todo el mundo, sin más cálculos.

1 comentario:

Pecosa dijo...

Hay adioses que nos parten el alma. Éste nos la llena de esperanza.